lunes, 16 de agosto de 2010

El contador (cuento)

Aún el día de hoy lo recuerdo. Era como si todo lo que me quedara de vida se remitiera a ese evento. Mi mente tristemente solo podía pensar en ese pobre joven que solo me veía desde ese pórtico de diversos grises (realmente no recuerdo el color o colores exactos) en el que viví tantos momentos felices. Pero, ¿Cómo culparnos de mi tormento? Toda mi vida creí que solo yo y nada mas que yo fui el o la culpable de aquel desacierto (en algún momento fui una mujer, ese es el único recuerdo bello que de él poseo), hasta que lo vi ayer en la noche (para mi fortuna él no me vio a mí). Se veía tan feliz como si supiese que yo estaba sufriendo, como si supiese que en realidad (y para mi desgracia) él es el dueño de todos mis pensamientos, no porque sienta afecto por él (¿es necesario justificarlo?), sino porque lo odio.
Él lucía como si nunca nada hubiera sucedido, como si hubiera nacido ayer y hoy tuviera todo lo que tiene ahora ¡Ya! ¡Basta! Suficiente de él. Pero que difícil si sabes que en tu vida hiciste daño y no lo puedes enmendar (aunque algo me dice que es más difícil si hiciste daño lo puedes enmendar y no te das cuenta de ello).
Yo era joven, bonita, exitosa y con mucho carisma (o al menos así pensaba yo de mí), era contadora pública, tenía dinero, autos y una hermosa casa en el centro de un residencial (que era de él, me di cuenta cuando tuve que devolver mi hogar), era feliz haciendo mi trabajo, en mi caso la ética era lo más importante, aún gustaba de la lectura, disfrute mucho de leer en mis ratos de ocio a Córtazar, sin embargo creo que empecé a divagar, ese fragmento de mi vida no es el que inspira estas hojas. Yo no tenía jefes, nunca me gustó como suena pero yo era la jefa de todos.
Lo recuerdo como si fuera ayer (tal vez esto sea lo más triste de todo) ese martes veintidós de abril de hace quince años , entró ese joven de linda sonrisa con la tez tan limpia como una hoja en blanco, se veía tan inocente, era tan dulce, y su mirada vagante, tal vez, con miedo o susto, bastante motivado y lo mejor (lo peor) es que vi en él honestidad y justicia, era impensable ver a este joven ocultando algo (maldigo este momento con todas mis fuerzas), parecía ser pobre por sus ropas, que no estaban maltratadas, sino mas bien, eran las típicas ropas que se pondría alguien que quiere aparentar que no es pobre. Lo último que recuerdo de ese momento fue su voz cuando como un niño que traga saliva para evitar el llanto al decir casi denotando ignorancia: -¿Me podría ayudar? Vengo para una entrevista de trabajo. No sé si yo fui la débil o él el irresistible, pero, ya no podía hacer nada, enamorada, con todas las de ganar.
No es por presumir pero muchos hombres morían por mis encantos, y bueno, el no era muchos hombres, se veía diferente, incluso llegue a pensar que no era lujurioso o avaro (¡Que estúpida!), sin titubeo lo contraté como “asistente contable”, pensé que era lo justo, además de que lo iba a poder ver todos los días a mi hora de entrada y a mi hora de salida, para esperar que algún día me insinuara algo.
Pasaron los días y empezaron a surgir las miradas (hasta hoy me di cuenta que este era un reflejo de su lujuria), luego me saludaba inquebrantablemente en la mañana y en la tarde se despedía de mí. Al tiempo me pidió que saliéramos y yo acepte, nada que perder (así me pareció en el momento), disfrutamos mucho tiempo juntos, reímos, jugamos, gritamos, tuvimos nuestros momentos, creo que fue la parte más feliz de mi vida (o la más triste realmente no lo sé), el se veía feliz y yo también, pero siempre me pregunte: ¿él era feliz? Al menos después de hacerme sufrir (aunque he pensado en la palabra hacernos, creo que nunca lo sabré) y al pasar de llevar su vida a llevar la mía ¿Fue feliz?
Mi propia ética se fue quebrantando, le fui dando ventajas en su trabajo, incluso muchos hacían mejor el trabajo que él, y aún así le di un mejor puesto, le deposite toda mi confianza, esto creo que fue porque el amor aveces nos ciega y destruye otras cosas, ahora que lo estoy contando tal vez pienso que yo misma fui la culpable de mi propia desgracia, o tal vez fue el amor, tengo tantas dudas (o respuestas no lo sé), la verdad no entiendo nada sobre esta culpa, lo único que sé es que él no debió actuar como actuó.
Ese joven, perdió poco a poco lo joven, sin embargo no perdió todo lo demás, me seguía inspirando tantas emociones que incluso pensé en algún momento casarme con él, me cuesta tanto hablar de lo que hizo que todo terminara, no sé si será porque aún lo amo.
Siempre me dijeron que no relacionara nada que no fuera trabajo con el trabajo, ya entiendo porque.
Ser contador es un trabajo complicado que requiere exactitud, carácter, siempre hablar con la verdad y ser muy responsable, tal vez él tuvo todo eso y yo hice que lo perdiera (o tal vez nunca lo tuvo), si un contador miente o incumple alguno de los anteriores requisitos de mala fe es muy probable que nunca mas consiga trabajo, al menos como contador otra vez en su vida (si es que se dan cuenta...).
Yo confié ciegamente en él (por algún motivo todavía lo hago, probablemente solo sea por costumbre). Un día me hizo firmar unos papeles (un día después de hacer el amor), y me arrepiento (la verdad ya no tanto) de haberlos firmado, me hizó firmarlos con la retahíla de que era para no tener que ir al trabajo unos días, sin darme cuenta de que me estaba haciendo firmar mi ruina, lo hice, no me di cuenta de estó sino hasta que terminó nuestra “vida en pareja” (esa es otra historia) unos 3 años después.
No los quiero dejar con la duda de porque terminamos, entonces seré breve, lo encontré con otra mujer, no importa quien, solo importa lo que hizo, se disculpó y me suplicó que no terminaramos, pero para mí todo había acabado (o empezado), le di la oportunidad de explicarme. Entre los dos solo se produjo un silencio de unos minutos y lo único que salió de sus labios fue: -“tu sabes que yo soy tú y tú eres yo, lo tuyo es mío y lo mío es tuyo". Luego se produjo otro gran silencio y él se fue y no volví a ver hasta anoche, espero que comprendan mi tortura...
Si ustedes piensan que lo odio tanto porque me fue infiel o porque me quitó todo lo que tenía, están equivocados, ya sea, porque no me he explicado bien o porque no han entendido lo que les he contado, si lo analizan, tal vez mi naturaleza como contador (una muy buena o bueno ya no quiero entrar esos detalles) me hace odiarlo (o tal vez mi naturaleza de ser humano me hace verlo así), no lo odio porque cuando él era no era nadie yo le ayude, cuando era un pobre diablo yo confié en él y ahora la (o él) que no es nadie soy yo, la (o él) que es una (un) pobre diablo soy yo, y él simplemente se regocija con mi tormento, lejos con todo lo que le di, no, no es por eso.
Cuando yo sienta su presencia solo sentiré odio (o amor) y solo buscare venganza (o perdón), sólo sé que él (o ella) estará ahí y yo le estaré viendo.

Omar J. Ureña Soto

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