lunes, 16 de agosto de 2010

de la desconfianza (meditación nocturna)

¿Qué nos hace humanos? ¿Qué es eso que nos diferencia de los otros seres? Cualquiera podría afirmar (sin mucho meditar) que la diferencia radical es la razón... para lo cual unas carcajadas horribles destellarán en el salón (espero no les incomoden); mi persona en lo personal difiere casi con asco de la respuesta anterior; la razón es engañosa y a veces puede no ser una virtud (para los ingenuos que así la consideran) si hablamos de que es completamente “razonable” encargarle nuestra vida al piloto de un avión, al chofer de un autobús, a la gente del otro lado de la calle, a un semejante (sea cualquiera la relación: padre, hijo, primo, madre, hermano, conocido, novia, esposa, amante, prostituta, ladrón), entonces me parece que incurrimos en un error, porque cualquiera de estos espécimenes no son más que semejantes y buscan su propio bien por aquello más animal que sin duda vence a la razón en las situaciones de verdadera importancia, esa cualidad divina, no es más que el instinto.
¿Cuál es la cualidad más humana que se le puede distinguir a los seres de esta especie? La única que da origen a todo tipo de relación y convivencia entre estos tipos es la mal llamada “confianza”, este horrible mal es el que provoca que el ser humano sea traicionado, herido, muerto, embargado por la tristeza (o la felicidad), el punto es que si la razón, es lo que nos hace humanos entonces ¿porqué no siempre la usamos?¿será que entonces por momentos no somos humanos? ¿acaso se puede dejar de ser humano?
Por defecto los animales nos llevan mucha ventaja en el desarrollo de la “confianza”... no quiero ahondar en esto (porque me hace sentir menos humano, y esto carcome mi mente...).
Para responder a la primera pregunta (la que inspira estas lineas), creo que la respuesta más acertada (aunque suene redundante, extraño, paradójico o para no entrar en rodeos, no común) es el humanismo... pero el humanismo en ese grado de exhaltación máximo turbiamente llamado error (imperfección), no los incitó a no confiar y a despreciar a sus semejantes, les pido no mal interpreten mis ideas, lo que les pido es que utilicen su confianza pero hacia el único ser en el que se puede confiar, no hablo ni de Dios, mucho menos de sí mismo, hablo del instinto de la razón, que dejen de ser humanos, demasiado humanos.
Es necesaria la imperfección para seguir siendo humanos, pero como acertadamente escribieron los sabios es necesario limitarse cada vez y no entrar en el abuso. Los hombres que siguen la confianza y la razón son cada vez más decadentes (más hombres), la última cuestión sobre la que pongo mis cesos este necio amanecer es sobre la peor de las confianzas... la más repugnante forma de estas, lo que sigue haciendo a los hombres irremediablemente hombres, adivinen mis lectores si me han tolerado hasta aquí creo que sabrán hacia adonde me dirijo; la fe, que triste el día donde el hombre se resigno a ser hombre, pero ya dejamos esos días, ahora azotan unos peores donde la resignación es peor y ahora los que se llaman hombres no son menos que simples amedrentados que juzgan y critican a sus semejantes y tratan de rebajarles de los escalones que han conseguido, esos hombres, los hombres que destrozan hoy el mundo son los "creyentes en", pero quiero hacer más amplio el significado de este término quiero expresar que "creyente en" es todo aquel que tenga fe no en los hombres ni en ningún Dios, sino en la fe.

Omar J. Ureña Soto

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